martes, 18 de febrero de 2014

Una ciudad más limpia: reto de los trabajadores de Comunales.



Al encontrarnos con una ciudad más limpia, atractiva a los ojos y favorable a la salud del cuerpo, pensamos en la importancia de ser un trabajador de Comunales dedicado a la labor que realiza. Experiencias vividas nos cuentan Francisco Cisneros y Eugenio Gutiérrez, obreros de la Unidad Presupuestada de Comunales en Mayarí:

Francisco: ''Yo amo mi trabajo, a todo el mundo no le gusta hacer ese trabajo, es un trabajo díficil, hay que levantarse todos los días a las cinco y media la mañana, pero es bonito contribuir a lo que queremos que es convertir la ciudad en jardín y que esté más bonita.''

Eugenio: ''Es un trabajo de mucho esfuerzo, pero ver la ciudad limpia ya eso es una alegría para nosotros''.

Hijos de la cultura celebrando por el arte en Mayarí.


instructores de arte de Mayarí

Ver a estos jóvenes bailar, disfrutar de la música, celebrar por su arte, es un gusto si noto cómo hacen el contraste con ese refrán popular que dice que todo en exceso cansa. Pero ellos no se cansan o aburren de su labor cotidiana, enseñar el arte, son jóvenes alegres, que este 18 de febrero celebraron el día de los instructores de arte y los casi 10 años de creadad la brigada de instructores José Martí.

Reunidos en el salón de la Casa de la Cultura del territorio mayaricero, bailan y disfrutan la fecha, con meriendas intercaladas, bebidas, recordando las experiencias en las escuelas y el trabajo del día a día.

Yisel Pérez Mulet, quien labora en la escuela primaria Ernesto Guevara y es licenciada como instructora de arte, dijo ''amo mi profesión y siento una gran satisfacción cuando trabajo con los niños y mi labor la reconocen los maestros así como los pequeños que me estimulan a seguir  enseñando arte. Esos niños que extrañan a la maestra cuando no está con su guitarra y al cantar el himno nacional lo cantan con la entonación que les enseñó su profesora''.

Siempre Compay en la gente de Cuba.

Me volví viciosa de las páginas de un libro, Siempre Compay, el título arriba de la foto de un hombre en sombrero con su risa amplia. Claro que pensé, se trata del autor del Chan chan, música que vienen cantando hasta los hijos de otras naciones, y estaba allí el pequeño ejemplar. Lo abrí, miré el precio accesible, sobre todo para mi semana del cinco al 10 de cada mes. Me dije lo llevo conmigo hasta que lo puse en mi taquilla.  Reposó junto a varios libros, que leo por partes, en esos días que ando de visiones claras, literalmente hablando.

El domingo comenzé a leerlo, no imaginé que 112 páginas, pudieran atraparme tanto, pero si, entre más leía más deseaba llegar a la siguiente página. Compay Segundo, seudónimo por el que muchos lo conocemos se llamó Francisco Repilado, nació en las afueras de Santiago de Cuba y tuvo ocho hermanos.

Cuando cumplió cinco años ya encendía los tabacos a su abuela, que falleció a los más de cien, con quien se quedó viviendo hasta que ella expiró, mientras su familia decidió mudarse a la ciudad. Aprendió el oficio de tabaquero, los habanos que han estado ligados a la tradición de los cubanos desde siempre.

El nombre de Compay Segundo se lo puso el comentarista deportivo muy conocido en Cuba y ya fallecido, Eddy Martín, durante unas grabaciones que hicieron en la capital. Antes en Santiago de Cuba aprovechaban el día del santo de la ciudad para bautizar a muchos niños, entonces se decían todos compadres y comadres.

Así formaron un cuarteto que le pusieron los compadres y fue la primera vez que viajó Compay fuera de Cuba. Lo hizo a México. Allí en México estaba Maximiliano Bartolo Moré, y Compay le dijo que ese país se les decían burros a los bartolos, entonces se cambió el nombre y se puso Benny, Benny Moré.