¿Cómo será posible que en una pequeña isla puedan vivir 130 millones de habitantes y Tokio al 2016, sea la ciudad más poblada al mundo con 39 millones 230
mil ciudadanos? ¿Qué motiva a tantas personas a residir allí?
Las anteriores interrogantes y una magistral conferencia que agradezco la oportunidad de haber visto en Youtube, me motivaron a escribir sobre este tema. En Latinoamérica, sobre todo, hay varias creencias con relación a los japoneses.
¿A qué debe su éxito Japón? No pocos latinos refieren: ´´´sucede que los japoneses son inteligentes´´. Los imaginamos grandes inventores, que sus clases serán creación continua desde tempranas edades.
Pero resulta que la clave está en su disciplina y no en la inteligencia.
Cuenta un colombiano - cuyos padres son japoneses - que nunca olvida la primera vez que llegó a la escuela. Los niños reían, gritaran, corrían en el salón de clases, pero en cuanto llegó el profesor, se pusieron de pie: en atención, saludaron y todos atendieron las clases: ninguno hablaba con el de al lado.
Absolutamente cada uno permanecía en silencio y concentración total. Los japoneses así piensan: ´´La disciplina supera a la inteligencia y lleva al éxito´´.
En Japón no hay oro, petróleo, están las esmeraldas más lindas; no son inventores primarios y toda la materia prima de los productos que fabrican, la compran, pero tienen disciplina.
Hemos visto cuanto talento hay en el continente americano: en la música, tecnologías, innovación, pero solo algunos son exitosos, porque falta entender en las mayorías el significado de la disciplina y la constancia cuando emprenden una obra.
El japonés no mira con buenos ojos las ganancias rápidas. Los latinos queremos ganar más en menos tiempo, pero el japonés cuando funda una empresa dice: ´´esta empresa me dará frutos en 20 años´´ y todos trabajan animados. En cinco años apenas la empresa será un bebé, en 12 será adolescente, y en 20 dará ganancias para incluso los hijos y nietos.
Ellos tienen mentalidad futurista, nosotros queremos amasar todo en el presente, porque el futuro es incierto. Sin embargo, en Japón no piensan así. Para ellos hay que trabajar con disciplina hoy para un mejor mañana.