México es un amasijo de lo nuevo y lo viejo. Unidos lo
moderno y lo antiguo, engendran una población de indígenas, intelectuales, gente
común: trabajadora, de clase alta, baja y paupérrima. Es imposible y
pretencioso caracterizar a un país de más de 120 millones de habitantes y no es
mi intención hacerlo, mas si pretendo reflejarles las impresiones de una
extranjera aprendiendo desde este mundo – este otro lado -, donde se habla
náhuatl, entre sus dialectos más representativos, y “mexicano”.
Un día corriente de compras en el mercado llamado Jamaica,
situado en el Distrito Federal, se puede escuchar la Sonora Matancera, o en
fechas especiales como el 14 de febrero, bailan los mexicanos bajo las luces del
Rodeo Santa Fe, con la música de Benny Moré.
Me siento más cerca de mi Cuba, la tierra de los cubanos y
de muchos otros, cuando escucho la orquesta de salsa colombiana Alquimia, hacerle
homenaje a la Sonora Matancera, al interpretar El yerberito y El cañonazo y que
decir de la mezcla de cumbia y son cubano, fusionados para ofrecer contagiosos ritmos en Viernes Cultural -, título del disco que
grabara recientemente el grupo mexicano los Ángeles Azules en la isla del caimán.
No hay que olvidar que México y La Habana son dos ciudades que
son como hermanas, decía en sus composiciones
el cantante Maximiliano Bartolomé Moré y en esa suerte de coincidencias,
aparece la música cubana, en las películas de Germán Valdez conocido como Tin
Tan dentro de la época del cine de oro del país Azteca. “El Mariachi
desconocido”, ”La marca del Zorrillo” y “El Rey del Barrio” tienen presencia de
las creaciones de músicos del archipiélago y varias escenas fueron filmadas en
la capital de nuestra isla caribeña. Sin embargo algunos concordarán en que tuvimos
la oportunidad de ver más filmes de Mario Moreno “Cantinflas”.
Las personas que conozco en México saben de los discos de Damaso
Pérez Prado, Bienvenido Granda, elogian la medicina cubana, el deporte, talento
de sus artistas y el carisma de los nativos bailadores, firmes y luchadores. Por
eso, con el propósito de saldar deudas del conocimiento y descubrir aspectos de
la cultura y tradiciones de los mexicanos, llegué al bosque de Chapultepec.
Ahí se puede hacer picnic – un día de campo en una gran
ciudad – acompañados del pasto fino, parcialmente conservado, limpio y con
agradable sombra. Mientras comemos tacos, conformados por tortillas de harina
de maíz, a las que se añaden pollo, salsa de tomate con chile serrano, al mismo
tiempo se puede disfrutar la danza de los voladores de Papantla, que proceden
de la parte norte del estado de Veracruz.
Luego caminamos y más adelante encontramos el Monumento a los Niños Héroes, hasta
llegar a una construcción palaciega ubicada en la cima del cerro, en el centro
del bosque del mismo nombre. Me refiero al Castillo de Chapultepec.
A medida que nos vamos acercando pareciera como si retrocediéramos
en el tiempo. Estamos ante la presencia del único castillo construido en
América, situado a una altura de 2325 metros sobre el nivel del mar, que fuera
construido por el virrey Bernardo de Gálvez y Madrid, el 16 de agosto de 1785,
como su casa de verano.
Chapultepec proviene del dialecto náhuatl. Chapulli
significa saltamontes y tepe (tl) cerro. El cerro del saltamontes o de Chapullín
(Chapultepec) constituye el único castillo real del continente americano.
Actualmente, convertido en Museo N
acional de Historia, abre sus puertas al público nacional y extranjero, de manera gratis, cada domingo.
acional de Historia, abre sus puertas al público nacional y extranjero, de manera gratis, cada domingo.
Una vez adentro, sus 19 salas, van ofreciendo pasajes de los
lapsos de luchas del pueblo mexicano. Muestran armamentos del siglo XIX y
principios del XX, inmuebles típicos de un castillo del periodo virreinal,
vestimentas de españoles, pertenencias originales del cura Miguel Hidalgo, iniciador
de la guerra de independencia de México, objetos y alhajas utilizados por
sacerdotes, además de aderezos del emperador Maximiliano I y su esposa Carlota,
quienes en el año 1864, usaron el castillo de Chapultepec como residencia
oficial.
Jardín del Castillo |
Ellos llegaban directamente al conocido por estos días como Zócalo,
nombrada oficialmente plaza de la Constitución, pues allí estaban las oficinas
del Palacio Presidencial. El Castillo de Chapultepec, construcción asombrosa
que deleita por sus paredes fortificadas, continuó empleándose para residencia
oficial hasta el 3 de febrero de 1939. En esa fecha el presidente Lázaro Cárdenas
del Río decretó una ley que lo estableció como sede del Museo Nacional de
Historia y así el 27 de septiembre de 1944 se le entregó el castillo al pueblo
mexicano.
Primero lo nombraron el Castillo de Miravalle.
Posteriormente lo convirtieron en observatorio astronómico, colegio militar y a
más de dos siglos de edificado, ha sido escenario de filmación de la película Romeo
y Julieta protagonizada por Leonardo Di Caprio. También la primera escena de ´´El
bolero de Raquel´´ de Mario Moreno, se rodó en esa majestuosa construcción.
Actualmente el Castillo de Chapultepec es una opción
tentadora para descubrir las interioridades de México. Las puertas siguen
abiertas, si quiero nuevos enfoques, habrá que volver a entrar.