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Entró con su grupo jazzístico Trovarroco a eso de las siete de la noche, entre gritos de admiración, de cariño ceceachero, de sentimiento socialista, de frecuencias diacrónico-sincrónicas con la revolución cubana, de crecer y hacerse viejos, de reforzar ideas marxistas, anarquistas, de estar contra el socialismo utópico, contra las robinsonadas que ideologizan pretendiendo hacer creer que todo cambia si se modifica al individuo, sin tocar la colectividad.
REMEMBRANZAS
En la estela que van dejando los años, miles recuerdan cuando en su juventud pintaron paredes y escribieron las palabras libertad, paz o un te odiocontra el sistema, el capitalismo. Eran los días de estudio y la lucha de clases comenzaba en el salón. En los años 70, ante la esperanza que significó el gobierno de la Unidad Popular en Chile, con el presidente Salvador Allende marchando al lado de los trabajadores, y en México se desarrollaban los festivales de Oposición (periódico comunista) con la izquierda militante, un canto acompañó sueños y desvelos: la Nueva Trova Cubana, con Noel Nicola, Pablo Milanés y Silvio Rodríguez.
En la búsqueda de consecuencia y de canto comprometido, en México se oía a Sanampay y el poema Yo te nombro; a Gabino Palomares y su Maldición de Malinche.
Sobrevino la década de las dictaduras militares, de los golpes de Estado, de las botas castrenses, de los gorilatos; millones se exiliaron y los que no pudieron salir murieron o la pasaron en la cárcel.
La canción popular buscaba la poesía e intentaba nuevas formas de musicalidad, pero predominaba el cantor, aquel que se comprometía con su tiempo y su obra.
Para ellos tocaba Silvio Rodríguez. Por ello, la noche del pasado domingo no era sólo la de un concierto más, no era un espectáculo lineal, que empieza y acaba sin más. Para miles reunidos en el Auditorio Nacional, lleno hasta el tope, era un rencuentro con lo que se ha sido y se fue, más allá del poema de José Emilio Pacheco, el cual señala que distancia de años, somos todo aquello contra lo que luchábamos cuando teníamos 20 años.
Silvio cantó Ojalá en una versión jazzeada, en unos minutos de reinvención musical de un clásico. Con esta composición, de quien acepta que ella es todo, un ser superior a la fuerza de la naturaleza, Silvio connotó la idea de quienes se rinden enamorados. El que tiene el mal de amores ve al ser deseado como perfecto y eterno.