martes, 7 de abril de 2015

México tatuado con la historia de sus dioses.


Quizás en pocas naciones del globo terráqueo se venera con tanta fuerza a Dios y su unigénito Jesús, como en México. Aquí varias personas viven la navidad en los cantos de las misas, la bendición del padre con la señal de la cruz en la frente, mojada de agua bendita, un líquido preciado perfumado, y el abrazo de la navidad entre hermanos.

Principalmente en el D.F. puedo hablarles de mi experiencia junto a una pequeña familia, recién llegada esta extranjera al país azteca, en el día de Nochebuena. Me comenta mi esposo que algunos compañeros del Poli (Instituto Politécnico Nacional) esperaban la navidad intercambiando regalos, luego compartían chistes, la cena; al día siguiente se levantaban tarde, calentaban comida del día anterior, seguía un tiempo de relajación y descanso. De esta manera llevan aquí para esas fechas una convivencia familiar.

En mi caso tuve la oportunidad de tener una vivencia diferente. Llegué y fue el primer abrazo de dobles motivaciones: el encuentro esperado y la nochebuena. Luego de un vistazo al pavo acabado de salir del horno, todos juntos, dos niñas y un matrimonio de más de una década, asistimos a la misa de natividad.

A la salida del condominio (edificio habitacional), habían representado un nacimiento, el niño Jesús en el pesebre y posteriormente en la celebración de la misa hubo bengalas, cantos de una comunidad grande, mayor que el espacio de la iglesia. De regreso cenamos varios platillos, estábamos expectantes, sonrientes, por el advenimiento del 25 de diciembre: la Navidad.

 Y así se puede observar acá en México, en una jornada común, a alguien mientras trabaja haciendo arreglos en tuberías, escuchar música religiosa. Están aquellos que felicitan a los que llevan el nombre de un santo en su día, y antes del 2 de febrero se proponían mayormente en mercados, imágenes del niño Jesús, para vestirlos y bendecirlos en la festividad de la candelaria.

Desde la evangelización de México son numerosas las familias que llevan a bendecir la imagen del niño Jesús a la iglesia, en ocasión como la llegada de la Navidad y conservan en sus casas, al niño sacrosanto. El domingo de Ramos, día en que recoge la Biblia que Jesucristo entró en la ciudad de Jerusalén y fue recibido con ramos, como el rey de los judíos, múltiples mexicanos según he visto, llevan sus ramos a bendecir a la iglesia.

La cuaresma se vive religiosamente, comen pescado y mariscos cada miércoles y viernes, además el viernes santo: día en que muere Jesús, hacen un Vía Crusis en varios estados de la República, ejemplo Puebla, Sonora.

Particularmente en el DF, hace 172 años, se representa la pasión de Cristo en la delegación Iztapalapa, donde los mismos pobladores, reviven el mencionado pasaje de la Biblia.

Sin embargo México tiene históricamente plasmado la adoración a los dioses. Viene de mucho tiempo atrás, fue herencia de sus antepasados. Por ejemplo Teotihuacán, aldea que existió al inicio de la era cristiana, cobraba importancia como centro de culto en la cuenca del Anáhuac.

 Teotihuacán fue uno de los centros religiosos más importantes de Mesoamérica. Su horizonte estaba dominado por dos enormes pirámides: la "Pirámide del Sol" y la "Pirámide de la Luna", ambos unidos por una ancha avenida nombrada calzada de los muertos. 

Los agricultores vivían principalmente en casas de madera, otros habitantes vivían en moradas de piedra decoradas con pinturas, murales y, en algunos casos, con sistemas de drenaje.

Fueron los aztecas que dieron el nombre de "Teotihuacán", a esta fascinante cultura prehispánica, cuando llegaron a esas regiones alrededor del año 1320 d.c. El nombre significa "Ciudad de los Dioses o ciudad donde nacieron los dioses", ya que creían que los dioses se habrían reunido allí para crear el sol y la luna después de que el mundo y el universo fue creado. 

 La ciudad de Teotihuacán fue un sitio muy venerado por los aztecas y se convirtió en su centro de peregrinación desde la capital azteca de Tenochtitlán (actual Ciudad de México).

Es la cultura Teotihuacána una de las más misteriosas de México. Debido a que desaparecieron antes de la llegada de los españoles al país, no hay documentación de los españoles acerca de su cultura. Incluso los aztecas en la cercana ciudad de Tenochtitlán sabían muy poco acerca de ellos, porque su cultura llegó mucho más tarde de la desaparición del pueblo de Teotihuacán.

 Visitar Teotihuacán, desarrollada entre los siglos I a.c hasta el siglo VIII d.c aproximadamente, que llegó a tener una población probable de 125.000 habitantes, es una suerte que disfruta una gran afluencia de turistas.

El ambiente natural, con silbatos imitando el sonido de jaguares y antes de entrar, la danza de los voladores de Papantla, seduce a recorrer Teotihuacán por dentro.